22 de Enero de 2017 - Diario BAE

Ariel Barraud
Presidente Instituto Argentino
de Análisis Fiscal (IARAF)

El pasado año fue ganando lugar en la agenda la noción de que uno de los problemas económicos que debe resolverse urgentemente en Argentina es el de la gran presión tributaria que aún subsiste. Los efectos nocivos que una desmesurada carga tributaria tiene sobre las decisiones de producción, empleo e inversión; hacen preponderante la necesidad de una rebaja de la carga tributaria para impulsar la economía.

 

La expectativa con respecto a las políticas de reforma que encararía desde este año el gobierno nacional, en línea con lo que se vino apreciando durante el primer año de la gestión actual, va en línea con una reducción gradual y definitiva de un paquete de impuestos que actualmente están considerados como excesivos desde los puntos de vista impositivo y económico para las familias y empresas.

En el gran tamaño de la economía informal, estimado en más de un tercio del total de actividad económica de nuestro país, se encuentra el potencial para que el costo fiscal de cualquier rebaja tributaria sea contenido. Y es en la informalidad en donde también se centran los principales desafíos de dichas medidas. Los beneficiarios directos de estas políticas debieran ser siempre aquellos agentes económicos que operen dentro de la formalidad, tal que se premie el esfuerzo de los contribuyentes actuales y se induzca la formalidad en aquellos informales.

En términos sectoriales, es importante también que todo nuevo beneficio tributario tenga entre sus principales destinatarios a las PyMEs, sobre las bases de su capacidad innovadora y su contribución al empleo, sobre todo en épocas difíciles.

Pero como país podemos permitirnos también una visión más amplia y ambiciosa. Para que se pueda avanzar concretamente en una reforma tributaria profunda, sería necesario un sinceramiento fiscal completo, es decir uno que incluya no sólo el blanqueo de activos y actividad por parte de los contribuyentes, sino también por parte de los distintos niveles de gobierno en nuestro país. Que se pongan las cartas sobre la mesa de manera transparente, para que el contribuyente sepa en qué se emplean los recursos públicos, es decir que se blanqueen el nivel y destino de las erogaciones de los propios gobiernos. Asimismo, que el consumidor local conozca el impacto de las tasas municipales e impuestos provinciales sobre el costo de los bienes que consume: por ejemplo es probable que hoy pocos sepan que incluido en el precio de la mayor parte de sus consumos hay un equivalente a más del 10% por causa del impuesto provincial a los ingresos brutos, que se suman al visible IVA del 21%. Que se conozca que los aportes y contribuciones que se pagan por el empleo formal son los más altos de la región, y aun así no logran cubrir la mitad de los ingresos necesarios para sostener el sistema de seguridad social operado por ANSES, que se debe valer desde los 90’ de ingresos generados por impuestos como IVA y Ganancias, que se le cobran a quienes realizan actividades formales, y a su vez restan recursos a la coparticipación.

Aquí se toca otro eje central, la necesidad de reformar el actual sistema de coparticipación y que la discusión acerca del federalismo argentino sea integral, considerando no solamente los envíos a provincias de lo recaudado por impuestos coparticipables, sino también la distribución geográfica de otras transferencias y el propio gasto público federal en las distintas jurisdicciones.

Actualmente existen las posibilidades tecnológicas de que se conozca ampliamente la generación y destino de los fondos públicos. Es posible también entonces una discusión de frente en cuanto a lo elevado de los impuestos que enfrenta la actividad formal en nuestro país, a las características distorsivas y dañinas para la competitividad de muchos de ellos, y a la posibilidad de que estos se rebajen selectivamente para ganar en equidad, en un contexto en el que se genere un menor nivel de evasión e incumplimiento, que morigeren la pérdida de recaudación que toda rebaja genera. La clave será entonces la sinceridad de todos los jugadores en la mesa de negociación, o si en la misma se sigue jugando al argentinísimo juego del “truco”.