El año 2025 implica un desafío fiscal muy importante para el gobierno nacional, dado el compromiso de cumplir con un superávit primario de 1,6% del PBI, afrontando la pérdida de recaudación del impuesto PAIS. Igualmente, este objetivo de superávit primario implica un descenso respecto al 1,8% del PBI del superávit primario registrado en 2024. Es decir que hay margen para un desequilibrio fiscal marginal respecto al del año previo.
Teniendo en cuenta la dinámica posible de ingresos, tanto tributarios como no tributarios, para los últimos 3 meses del año, es posible determinar lo que debería ocurrir con el comportamiento del gasto primario. Del análisis surge que, dada esa pauta de ingresos, el gasto primario debería bajar un 6% real interanual en lo que resta del año. De esta forma, el cierre fiscal de 2025 tendría un gasto con una leve variación positiva del 0,4% real respecto a 2024. En otras palabras, el gasto primario real de 2025 debería ser prácticamente igual al de 2024, con una economía que va a crecer alrededor del 4%.
El gasto indexado sigue moviéndose automáticamente, generando una posible variación real interanual del 2,9% en lo que resta del año, ya que se comparan meses parecidos. Y el año terminaría con un aumento real interanual del 14%.
El gasto que debe soportar una baja real mayor a la que viene trayendo es el gasto no indexado, integrado por salarios, subsidios a la energía, subsidios al transporte, inversión real directa, transferencias no automáticas a provincias, entre otros. Concretamente, de venir bajando un 10% real interanual, debería bajar un 16% real interanual en el último trimestre del año. De este modo, terminaría el año con una baja real del 11%.