Dada la pronta discusión y posible sanción del proyecto de presupuesto 2026 resulta importante describir la evolución tanto del gasto como de los ingresos, así como también la cuantificación del costo fiscal derivado de la baja de la carga tributaria de varios impuestos nacionales.
En 2025 el costo fiscal de la baja de impuestos puede llegar a ser de $14,3 billones y la suba del resto de recaudación tributaria de $12,5 billones. Es decir que faltarían $1,8 billones para financiar con más recaudación. Además, está la cuestión de que el gasto público indexado crecería $8,5 billones y el gasto no indexado caería $7 billones, resultando una suba de gasto de $1,5 billones. Por otra parte, los ingresos no tributarios caerían $0,2 billones, muchísimo menos que lo previsto originalmente en el proyecto de presupuesto 2025.
Si se suman estas tres necesidades extras de recursos se tiene que llegarían a $3,5 billones. Esta brecha es la que genera una baja del superávit primario de $3,6 billones. Las diferencias obedecen a cuestiones de redondeo.
Si se suman las necesidades extras de recursos por baja de impuestos, suba de gasto indexado y baja de recursos no tributarios, llegan a $23 billones. En el gráfico se aprecia que el principal aportante sería la suba de recaudación de otros tributos, básicamente combustibles y aportes y contribuciones a la seguridad social, con un 54%. Le seguiría la reducción del gasto primario no indexado (salarios, inversión real directa, subsidios a la energía, etc.) con un 30% y, por último, la reducción del superávit primario con un 16%