Los jóvenes, la escuela y el mercado laboral

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Según se menciona en el trabajo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2010) sobre las repercusiones de la crisis económica mundial en los jóvenes, el desempleo juvenil y las situaciones que llevan a los jóvenes a renunciar a la búsqueda de empleo o a trabajar en malas condiciones conllevan un claro costo económico, social, individual y familiar. La falta de trabajo decente, si se experimenta a temprana edad, puede representar una amenaza para las perspectivas laborales futuras de una persona y suelen instalarse patrones de comportamiento laboral inapropiados que perduran toda la vida.

Existe un vínculo comprobado entre el desempleo juvenil y la exclusión social. La incapacidad de encontrar empleo genera una sensación de inutilidad y ociosidad entre los jóvenes, y puede elevar los índices de criminalidad, problemas de salud mental, violencia, conflictos y consumo de estupefacientes. Por ende, el rendimiento más claro que se obtiene de aprovechar al máximo el potencial productivo de los jóvenes y asegurarles la disponibilidad de oportunidades de empleo decente, es el beneficio personal que ellos mismos obtendrán.

¿Por qué es importante la educación?

Para lograr el objetivo de que los jóvenes obtengan un empleo decente, es condición  fundamental que los mismos reciban una educación de calidad que sirva tanto para inculcarles valores (como la importancia del trabajo) como para permitirles una inserción en el mercado laboral. Para que esto suceda, debiera, para el caso de la educación secundaria como claro ejemplo, impulsarse una mayor cobertura (incrementar la permanencia o la retención, y disminuir las tasas de repitencia) junto a una creciente calidad, vinculándola con el mercado de trabajo por un lado, pero también permitiendo facilitar la transición a la universidad. Lo anterior encuentra, por lo menos, los siguientes fundamentos: 

  1. Una base pequeña de egresados de educación secundaria implicaría que muchos de los más capaces quedarían con frecuencia excluidos de la educación superior, debido principalmente a que la educación es acumulativa, y a que una proporción reducida de estudiantes terminan el nivel secundario debido a limitaciones económicas del hogar, no asociadas con su capacidad,  por lo que muchos de los estudiantes más brillantes no pueden seguir estudiando en el nivel superior;
  2. La existencia de desigualdades en el acceso a una educación de calidad tiende a perpetuar intergeneracionalmente la desigual distribución de los ingresos- debido a que las limitaciones económicas de las familias inciden sobre el nivel de escolaridad de los hijos, y a su vez, este nivel  es un factor determinante de los salarios y las oportunidades de empleo de los mismos;
  3. La adopción de tecnologías modernas en la producción  que mejoran la productividad genera demandas de trabajadores que en su proceso de escolarización básica hayan estado expuestos a tecnologías de uso general.

El desempleo juvenil en Argentina y en Córdoba

En el II trimestre del año 2011, la tasa de desempleo (según la EPH) resulta en el Gran Córdoba de 6.59%, lo que significa que hay unas 44 mil personas desocupadas en el aglomerado urbano. En el caso del total de los aglomerados urbanos, la tasa de desempleo es de 7.35%, unas 858 mil personas desocupadas.

Sin embargo, hay un grupo de edad –comprendido entre los 15 y los 24 años –que resulta particularmente vulnerable: la tasa de desempleo de este grupo resulta para el Gran Córdoba de 13.85% (unos 17 mil jóvenes desocupados). Vale decir, que la tasa de desempleo de este grupo de edad es sustancialmente mayor que si se la compara, por ejemplo, con el conjunto de la población activa de entre 25 y 64 años; para el cual la tasa de desempleo es de 4.92% (unas 26 mil personas desocupadas en el Gran Córdoba). Vale decir, que del total de desocupados que hay en el Gran Córdoba, el 37% son jóvenes de entre 15 y 24 años, y si se incluye al conjunto de jóvenes más adultos (tomando desde los 15 hasta los 29 años), este grupo concentra al 51% de  los desempleados del aglomerado urbano.

En el total de aglomerados urbanos argentinos sucede algo similar: del total de personas desocupadas, el 37% son jóvenes de entre 15 y 24 años, y dicha cifra aumenta al 52% si se considera al grupo de los jóvenes más adultos  (en el rango de edad 15 a 29 años).

La educación y el trabajo

En el Gran Córdoba unos 120 mil jóvenes de entre 15 y 24 años se dedican principalmente al estudio, una cifra que asciende a casi dos millones cuando se considera al total de aglomerados urbanos. Asimismo aproximadamente 78 mil solamente informan trabajar, cifra que en el total de aglomerados urbanos es cercana al millón de personas.

Sin embargo, un dato que llama la atención es el elevado número de jóvenes que no estudian ni trabajan: unos 47 mil jóvenes de entre 15 y 24 años en el Gran Córdoba (cifra que supera incluso al número de desempleados en el aglomerado urbano). El 30% de estos jóvenes que no trabajan busca trabajo, por lo que se los incluye entre los desocupados del aglomerado urbano. El otro 70% acumula unos 33 mil jóvenes que no estudian, no trabajan, y tampoco buscan trabajar en el Gran Córdoba (vale decir, no se los incluye en las estadísticas del mercado laboral, puesto que como no buscan empleo, no se consideran económicamente activos). En el caso del total de los aglomerados urbanos, la proporción de jóvenes  que no estudia ni trabaja que busca empleo es algo menor: 27% (se los incluye entre los desocupados del aglomerado urbano). El otro 73% acumula unos 530 mil jóvenes que no estudian, no trabajan, y tampoco están buscando empleo en el total de aglomerados urbanos (véase Gráfico 1).

Gráfico 1. Distribución de los jóvenes de entre 15 y 24 años según ocupación

Gran Córdoba                                                                                           Aglomerados urbanos

 grafico1 

Fuente: IARAF sobre la base de EPH, II trimestre de 2011.

 

En el caso del segmento más joven (de los 15  a los 18 años) del grupo etario considerado, aun cuando formen parte de la PEA (según estándares internacionales), hay que tener en cuenta que en nuestro país existe la Ley 26.390[1] de prohibición del trabajo infantil y protección del trabajo adolescente, que alcanza el trabajo de las personas menores de dieciocho años en todas sus formas, y prohíbe el trabajo de las personas menores de dieciséis. Casi tres cuartas partes de la población en este grupo de edad se encuentra estudiando. Sin embargo, cuando se analiza la información de las encuestas de hogares, se observa que existen menores de edad que aún encontrándose en el rango etario en que se supone debían estar en la escuela, tienen vinculación con el mercado laboral: en el total de aglomerados urbanos, son 96 mil los adolescentes que trabajan y no estudian, mientras que unos 80 mil llevan a cabo ambas tareas. En el caso del Gran Córdoba, son 12 mil las personas de este grupo que trabajan y no estudian, y unos 5 mil los adolescentes  trabajan y estudian. Aquí también resulta elevado el número de adolescentes que no realiza ninguna de las dos tareas anteriormente mencionadas: casi 158 mil a nivel nacional, de los cuales 10 mil son cordobeses.

Gráfico 2. Ocupación de los adolescentes (15 a 18 años)

Gran Córdoba                                                                                           Aglomerados urbanos

 grafico2

Fuente: IARAF sobre la base de EPH, II trimestre de 2011.

 

Evidentemente, no cabe esperar que las condiciones de inserción laboral de estos jóvenes sean las mejores, en particular dada su escasa formación en la mayoría de los casos. De hecho, se observa que en este grupo de edad la tasa de informalidad laboral es extremadamente elevada: 84% para el total de aglomerados urbanos, y de 68% para el caso del Gran Córdoba. Estas tasas resultan sensiblemente mayores que las que se registran para la población en general (32 y 33%, respectivamente).

¿Quiénes son los jóvenes que no estudian y tampoco trabajan?

En general, según se observa en el Gráfico 3, en el primer decil de ingreso (es decir el de menores ingresos), más del 25% de los jóvenes no estudian ni trabajan. Esta cifra trepa a más del 35% en el Gran Córdoba. La proporción cae a niveles inferiores al 15% en el quinto decil de ingreso familiar, mientras que en el último decil de ingreso familiar, menos del 10% de los jóvenes se encuentran ociosos. Vale decir, las cifras indicarían que a mayor ingreso familiar, menor es la probabilidad que el joven se encuentre sin estar cumpliendo con una escolarización formal y/o inserto en el mercado laboral.

Gráfico 3. Proporción de jóvenes que no estudia ni trabaja en cada uno de los deciles

(como proporción del total de jóvenes en cada decil de  ingreso)

 grafico3

Fuente: IARAF sobre la base de EPH, II trimestre de 2011. 15 a 24 años.

A su vez, el 30% de los jóvenes que no estudian ni trabajan tienen como nivel máximo alcanzado el primario-, mientras que un poco más del 50% de los jóvenes que no estudian ni trabajan detentan un nivel de educación hasta secundario.

Gráfico 4. Distribución de los jóvenes de 15 a 24 años que no estudian ni trabajan  según máximo nivel educativo alcanzado 

 grafico4

Fuente: IARAF sobre la base de EPH, II trimestre de 2011. 15 a 24 años.

La situación presente del mercado laboral es fruto en buena parte de cómo se resolvieron situaciones particulares en el pasado. Cuando se analiza la situación de los jóvenes en la actualidad, se plantean claramente desafíos a futuro que, como se puede apreciar en las cifras, trascienden la mera realidad laboral para configurarse en un importante reto socioeconómico.

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